Si este año de pandemia nos ha enseñado algo es que estamos en la edad dorada del teletrabajo y la transformación digital… pero también de los ataques informáticos. Muchos de ellos tienen como objetivo obtener acceso a nuestras cuentas de correo, perfiles de redes sociales, a nuestro ordenador personal, servidor, archivos compartidos, etc. Si bien es cierto que estas plataformas mejoran continuamente su seguridad hay un aspecto que no pueden controlar: las contraseñas de los usuarios.
Tal y como ilustra la imagen que acompaña este post, da igual qué puerta te compres si el cerrojo que le pones no sirve para nada. Pero tener contraseñas robustas y únicas para cada sitio puede ser un quebradero de cabeza y ahí es donde entra una herramienta que puede salvarte la vida: los gestores de contraseñas.
Los gestores de contraseñas son programas (ojo, también los hay que tienen extensión para el navegador, ahora te explico) que sirven para guardar y, normalmente, generar contraseñas seguras. Estas cajas fuertes de contraseñas se protegen con una contraseña maestra que debe ser lo más segura posible y sistemas de autenticación en dos pasos. De esta forma conseguimos tener que recordar únicamente la contraseña de la caja fuerte y tener, en el resto de plataformas y perfiles, contraseñas largas, complicadas y que de otra forma serían imposibles de recordar o gestionar.
Pero, ¿cómo accedo a las contraseñas? Pues muy fácil. Una vez te das de alta en la plataforma del gestor de contraseñas que hayas elegido y hayas definido tu contraseña maestra podrás ir introduciendo el usuario y la contraseña de las plataformas que más uses. Este sería un buen momento para cambiar esas contraseñas por unas más largas y robustas. A medida que vayas introduciendo los datos de login estos programas suelen poder instalarse en el navegador que más uses (Chrome, Firefox…) de tal forma que con un solo click se autorrellenarán los campos del usuario y la contraseña.
Como ves, es un proceso muy sencillo: te das de alta en la plataforma, creas tu contraseña maestra, introduces las que más uses y, por último, instalas la extensión de tu navegador. De hecho, en algunas es incluso más sencillo porque todo se gestiona directamente desde la extensión del navegador. ¡No hay excusa para tener contraseñas malas!
En el mercado existen multitud de opciones, algunas gratuitas y muchas otras de pago. Para un uso personal y cotidiano seguramente valga cualquiera de las más famosas, pero a la hora de proteger y gestionar las contraseñas de su empresa lo más adecuado es que un especialista en seguridad se encargue de analizar tu situación particular y te asesore sobre cuál es la opción que mejor se adapta a tus necesidades.
Todo esto puede parecer poco importante o un tema secundario, pero elaborar estrategias y articular herramientas que mejoren la seguridad informática en las empresas debería ser una prioridad, más aún cuando no supone un gran desembolso y puede ser integrado fácilmente en las labores normales del mantenimiento informático que se tenga contratado.
En conclusión, toma hoy mismo la iniciativa y empieza a usar estas herramientas tan sencillas para dejar atrás las contraseñas fáciles que tanto les gustan a los hackers.